La Paz, Cochabamba y Santa Cruz unificaron el pensamiento de los arquitectos del país

La Ley del Ejercicio Profesional del Arquitecto fue elaborada en varios periodos a partir de 1982, aunque hubo debates al respecto en la década de 1970. En 1992 fue promulgada.

Leopoldo López Cossio asegura que sus 76 años pesan mucho en su memoria. Y aunque recurrió a “escritos por ahí” y a su esposa para recordar los nombres de ciertos personajes, en esta entrevista brindó detalles interesantes sobre la estructuración, proyecto de ley y ley que permitió a los arquitectos ejercer la profesión en el país.

“Polilla”, como es conocido desde pequeño, es tarijeño. Se formó como arquitecto en Brasil y tiene un posgrado en planificación regional. Fue catedrático en la Universidad Juan Misael Saracho y fundó y presidió el Colegio de Arquitectos de Tarija.

Con el partido político Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) ha tenido una de las carreras parlamentarias más largas de la historia. Entre 1980 y 1989 fue diputado de la entonces República de Bolivia; años después, en 1993 y 1997, ejerció como senador. En 1990 fue ministro de Industria, Comercio y Turismo, y de 1997 a 1999 tuvo a su cargo el Ministerio de Trabajo y Microempresa.    

Estando López en la Cámara de Diputados fue que llegó el proyecto de ley de manos del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz. Él nos lo contó.

¿Por qué se necesitaba la Ley del Ejercicio Profesional del Arquitecto?

El Colegio de Arquitectos de Bolivia tiene una declaración de principios en la que indicamos cómo veíamos al país, cuáles eran nuestras necesidades y cuáles deberían de ser los compromisos de profesionales como nosotros, formados tanto en la técnica como en el arte, pero también para ofrecer nuestros servicios a la sociedad. En ese contexto vimos la necesidad de la ley. No es una simple normativa de la profesión, está enmarcada en una filosofía de servicios a la ciudadanía y a la nación.

¿Cuánto tiempo demoró el proceso para la promulgación de la ley?

La ley fue elaborada en varios periodos a partir de 1982, aunque hubo debates al respecto en la década de 1970. El último periodo de la redacción del texto lo realizamos entre 1986 y 1988; los colegiados de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz lograron unificar el pensamiento de los arquitectos del país. Dos hombres contribuyeron grandemente en esto: los cruceños Fernando Prado Salmón, Carlos Barrero y Sergio Antelo; este último fue un iluminado ciudadano que impulsó todo el pensamiento nacional de la arquitectura desde Santa Cruz. Luego se trabajó con el abogado Oscar Terán para que le dé la forma jurídica al texto y fue una delegación de Santa Cruz, a la cabeza de Ronald Castedo, quien presentó oficialmente el proyecto de ley a la Cámara de Diputados. En 1992, finalmente, la norma fue entregada a Froilán Cavero, que ejercía de presidente del Colegio de Arquitectos de Bolivia.   

¿Qué tan difícil resultó la aprobación?

En el tratamiento mismo de la ley tuvimos la asistencia de personas que sin ser arquitectos nos dieron todo su apoyo, como la de los senadores Julio Garret Ayllón y Leopoldo Fernández. Sin embargo, debo reconocer que, actuando como arquitecto, consciente de que la única forma de incentivar la productividad de los arquitectos eran los concurso nacionales para la elaboración de edificios importantes y monumentales, luché contra la entrega de un contrato directo a un colega que tenía muy buenas relaciones sociales y políticas; debía construir el edificio anexo al Congreso. ¿Por qué le cuento esto? Porque al final resultó trascendental. Un día, los arquitectos que gestionaban los trámites de la ley (los paceños Norman Ramírez y Álvaro Cuadros) se encontraron con el presidente del Senado, Garret Ayllón, y él les dijo: “Miren, si ustedes convencen al diputado López de que permita que se viabilice la construcción del edificio, yo garantizo que vamos apoyar la aprobación de la Ley del Ejercicio Profesional del Arquitecto”. Entonces ellos me pidieron ser flexible, porque evidentemente era un retroceso que no se haya hecho un concurso para la construcción del edificio, pero era muy importante tener el instrumento jurídico regulador de nuestra actividad. Entonces suspendí mis observaciones y ahí está el edificio, pero también está nuestra ley.  

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